Un segundo porfa
Un segundo porfa
Un segundo porfa
Un segundo porfa
Escrito por:
Stephanie Villalobos
Reconoce y valida sus emociones: A los 3 años, los niños aún están aprendiendo a identificar lo que sienten. Cuando se enojan, lo más importante es validar su emoción en lugar de negarla o minimizarla. Puedes decir cosas como: “Veo que estás muy enojado, está bien sentirse así”. Esto les ayuda a comprender que no está mal sentirse mal, y les enseña que los adultos están ahí para acompañarlos, no para regañarlos por sentir.
Anticípate a las frustraciones comunes: Muchos episodios de rabia en niños pequeños surgen por situaciones predecibles, como el cansancio, el hambre o un cambio de rutina. Mantener horarios regulares para las comidas, el sueño y las actividades puede prevenir muchas crisis. Además, avisarles con tiempo sobre lo que va a pasar (por ejemplo: "En cinco minutos vamos a recoger los juguetes") ayuda a que se sientan más seguros y con mayor control.
Ofrece opciones limitadas: A esta edad, los niños buscan afirmarse y tomar decisiones por sí mismos. Cuando les das opciones dentro de límites adecuados, pueden sentir que tienen control sin que eso se convierta en una lucha de poder. Por ejemplo: “¿Quieres ponerte la camiseta azul o la roja?” Esto disminuye la frustración y les enseña a tomar decisiones sin sentirse sobrepasados.
Modela el manejo de la rabia: Los niños aprenden observando. Si tú enfrentas los conflictos con calma y autocontrol, ellos verán en ti un ejemplo de cómo actuar. Puedes narrar lo que sientes para que comprendan el proceso emocional: “Estoy molesto porque las cosas no salieron como quería, pero voy a respirar profundo para calmarme”. Este tipo de lenguaje les da herramientas para expresar y regular sus propias emociones.
Crea espacios seguros para desahogarse: A veces los niños necesitan moverse, llorar o gritar para liberar la tensión. Asegúrate de que tengan un entorno seguro y libre de juicios donde puedan expresar su rabia sin hacerse daño ni dañar a otros. Después de que la tormenta pase, abrázalos, habla con calma y ayúdalos a entender lo que pasó. Es en esos momentos donde más necesitan tu contención y cariño.
La paciencia y la constancia son clave: Manejar la rabia en niños pequeños no es un proceso inmediato. Requiere repetir, acompañar y ser coherente en las respuestas. Cada niño es distinto, y lo que funciona para uno puede no ser igual de efectivo para otro. Con el tiempo, los pequeños irán desarrollando habilidades emocionales más sólidas si cuentan con adultos pacientes y comprensivos a su lado.
Cuidar al cuidador también es importante: Criar y acompañar emocionalmente a un niño de 3 años puede ser agotador. Es fundamental que madres, padres o cuidadores también se cuiden emocionalmente y busquen apoyo cuando lo necesiten. Un adulto tranquilo y regulado es el mejor recurso para enseñar a un niño cómo manejar su propia rabia.